La actualidad económica relacionada con los bancos se ha convertido en un relato grotesco de sinvergonzonerías sin límite. Todavía no nos hemos recuperado de ver cómo los máximos responsables de Cajas de Ahorro arruinadas por su pésima gestión se marchaban tranquilamente a sus casas, con una sonrisa de oreja a oreja, después de cobrar indemnizaciones millonarias a costa del contribuyente.